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NORMATIVA APLICABLE

ALMACENAMIENTO o VALORACIÓN. Residuos: Baterías CÓDIGO CER MAM 16 06 05

  • Orden MAM/304/2002, de 8 de febrero por la que se publican las operaciones de valorización y eliminación de residuos y la lista Europea de Residuos.
  • Reglamento de Residuos Tóxicos y Peligrosos (RTPs). (R.D. 833/1988), y modificaciones posteriores).
  • Une 26470 EX de septiembre de 1998.
  • Real Decreto 379/2001, Reglamento de almacenamiento de productos químicos. Instrucción Técnica Complementaria MIE-APQ-6 Almacenamiento de líquidos corrosivos, (BOE 10.05.2001).
  • Ley 31/1995, 8 de noviembre de Prevención de Riesgos Laborales.
  • Decreto 3/1995 de Castilla y León, de 12 de enero, por el que se establecen las condiciones a cumplir por los niveles sonoros o de vibraciones producidos en actividades clasificadas.
  • Real Decreto 486/97 de 14 de abril, por el que se establecen disposiciones mínimas de seguridad y salud en lugares de trabajo.
  • Real Decreto 2267/2004, de 3 de diciembre, por el que se aprueba el Reglamento de seguridad contra incendios en los establecimientos industriales.
  • Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión aprobado por el Real Decreto 842/2002, de 2 de Agosto de 2002 y las Instrucciones Técnicas Complementarias ITC MIE.BT.
  • La nave contará con un servicio para el personal se accederá desde el interior de la nave, contará con cabinas independientes una de las cuales alojará ducha y taquillas, otra un inodoro y la tercera un lavabo.
  • El inodoro estará dotado de cisterna con dosificador de agua de un solo impulso, se dispondrá, en todo momento y en la proximidad del mismo, papel higiénico.
  • Por encima de los lavabos irán colocados espejos en cada uno de los servicios así como jabón, y un suministrador de toallitas de papel de un solo uso por cada lavabo o un seca manos eléctrico y una papelera o aparato análogo donde poder arrojar los restos, una vez utilizados.

El número de trabajadores estimamos en el taller es inferior a 10, por lo tanto será suficiente con un solo aseo.

La nave y como así se establece por la reglamentación vigente, se dotará las instalaciones de ducha, se accederá a ella desde el vestuario, dispondrá de una mampara de cristal corredera para facilitar el acceso, dispondrá de agua caliente y fría. En el vestuario se montarán taquillas para el alojamiento del uniforme de trabajo, o para alojar la ropa de abrigo y demás vestuario que proceda.

Se dispondrá de suelo impermeabilizado y resistente a la contaminación por vertidos de líquidos que mediante lixiviación, escorrentía o precolación sean susceptibles de contaminar las aguas subterráneas o el suelo, el suelo dispondrá de una pendiente del 3%. El suelo será de hormigón H-200 Kg./cm2 de resistencia, con tratamiento antiácido, este tratamiento también se aplicará en las paredes, y no será inferior a una altura de 1,3 m. Las juntas de dilatación se realizarán mediante corte del mismo pero con una profundidad no superior a 5cm para así evitar que los posibles vertidos ocasionales puedan filtrarse al terreno.

Las descargas de agua y vertidos involuntarios en el interior de la nave serán recogidas por medio de rejillas distribuidas que comunican mediante tuberías apropiadas a un depósito ciego de dimensiones adecuadas. Estos residuos se trataran en la planta de reciclado de aguas residuales

La ejecución de la instalación y su puesta en funcionamiento se llevarán a efecto en todo momento de conformidad con lo establecido en las legislaciones vigentes.

La instalación será realizada como norma general por empresa instaladora o instalador debidamente autorizado.

La normativa considerada para el cálculo, diseño, ejecución y control, es la que continuación relacionada:

  • Normas básicas para las instalaciones interiores de suministro de agua. Orden del Mº de Industria de 09 de diciembre de 1975 (B.O.E. núm. 11, de 13 de enero de 1976).
  • Norma Tecnológica de la Edificación IFF/1973.
  • Reglamento de instalaciones de calefacción, climatización y agua caliente sanitaria. Real Decreto 1618/1980, de 04 de julio.
  • Instrucciones técnicas Complementarias IT.IC. Orden de 16 de julio de 1981, y posteriores que modifican y amplían.
  • Norma Tecnológica de la edificación IFC/1973

Ante la posibilidad de existir riesgo de accidente, será necesaria la instalación de un botiquín de urgencia donde como mínimo deberán aparecer los siguientes materiales: agua oxigenada, vendas, algodones, gasas esterilizadas y gasas especiales para tratamiento contra quemaduras, pinzas para su utilización, mercurocromo, tintura de yodo, amoniaco, esparadrapo, antiespasmódicos, bolsas para agua o hielo, hervidor, jeringuillas de un solo uso, analgésicos, así como otros medicamentos o útiles que se crean necesarios.

Todo ello debe estar alojado en un recinto de fácil acceso y de gran visibilidad, será de uso exclusivo para este fin, constando en la tapa los teléfonos de urgencias sanitarias principales, como servicio de ambulancias, médicos, y hospitalarios.

El local deberá limpiarse periódicamente, se aconsejará el uso de aspiradoras para evitar la propagación del polvo se fregarán los suelos con agua y productos apropiados que permitan la máxima desinfección. También se atenderán la limpieza del servicio y demás compartimentaciones.

Se prohibirá, terminantemente, la entrada de animales al local. Y se tomarán medidas para el control de insectos, cucarachas y otros que sean potencialmente perjudiciales para la transmisión de enfermedades, fumigando periódicamente el establecimiento si fuese necesario.

La basura se arrojará en cubos destinados para ello con tapadera hermética que impida la salida de olores, dentro del cual se situará una bolsa que cubra la totalidad del interior para así evitar que se salgan de esta una vez alojados en el cubo. Los residuos que se generen, se tratarán conforme a la normativa vigente.

Estas normas de higiene no eximen de aplicar otras, que para otra situación aquí no redactada se produjese.

La ventilación en un local de almacenamiento temporal de baterías o acumuladores debe ser suficiente, para que la concentración de hidrógeno sea inferior al límite inferior de explosividad y para que la concentración de vapores de ácido sulfúrico sea inferior al valor límite ambiental de exposición diaria establecido (1 mg/m3). Para evitar o disminuir esos riesgos, estos locales no se deberán ubicar en subterráneos. La ventilación se hará de forma que no afecte o produzca molestias a terceras personas. Se deberán tomar las medidas adecuadas para no emitir a la atmósfera humos espesos, nieblas, polvo o gases malolientes, tóxicos o corrosivos.

A efecto de diseñar una ventilación mínima debería aplicarse un coeficiente de seguridad de 5, lo que equivaldría a que la concentración de hidrógeno no debería sobrepasar el 20% del límite inferior de explosividad (0,8%). El control de este valor se puede efectuar con exposímetro de medición puntual o mejor continua automática con avisador acústico y óptico. El caudal de ventilación necesario se determinaría teniendo en cuenta el volumen de hidrógeno desprendido por unidad de tiempo y el volumen del local.

La liberación de pequeñas cantidades de aerosoles y vapores ácidos hacia la atmósfera del local, normalmente no alcanza concentraciones tóxicas, pero corroe las piezas metálicas más cercanas, que a su vez desprenden algo de hidrógeno. Para reducir las posibles emanaciones de vapores de ácido sulfúrico, especialmente en caso de derrames, se podría aumentar el anterior factor de seguridad hasta 10, de forma que asegure contra el desprendimiento de hidrógeno y de ácido sulfúrico, así como de concentraciones superiores en bolsas de gas estancado y de malos olores. Si las concentraciones medidas de ácido sulfúrico superan el Valor Límite Ambiental de Exposición Diaria (VLA-ED).

La iluminación será natural y artificial. El alumbrado natural proviene de las ventanas que se han descrito en apartados anteriores.

Alumbrado artificial: Está compuesto por lámparas de incandescencia, y fluorescentes, conjugando la intensidad lumínica con los efectos deseados, y guardando las características de luz apropiada para el caso que nos ocupa. Además dispondrá de alumbrado especial, dentro de este alumbrado se incluyen los de emergencia y señalización.

En el local tiene perfectamente señalizada la salida y las direcciones hacia la misma, caso que ella no sea visible desde algún origen de evacuación. Esta señalización se realizará de acuerdo con la Norma UNE 23 034.

Del mismo modo quedará señalizada la posición de los aparatos de extinción, según lo indicado en la Norma UNE 23 033, con tamaños según los criterios de la UNE 81 501.

Los elementos básicos irán dotados de alumbrado de señalización y de emergencia. El alumbrado de emergencia irá siempre junto a salidas, evacuación, cuadros eléctricos y extintor.

Estarán permanentemente conectados a red y dispondrán de un sistema electrónico que se active al fallo de Tensión. Se adoptará el sistema normalizado por la norma UNE 81501.

Los equipos autónomos, entrarán en funcionamiento cuando se produzca una caída de tensión, por debajo del 70% de su valor nominal, de 30 lux en las zonas de paso. Según el Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión. Dispondrán de un mínimo de una hora de autonomía.

MANIPULACIÓN DE BATERÍAS Y ACUMULADORES. CONDICIONANTES.

Las baterías de acumuladores eléctricos de plomo-ácido sulfúrico almacenan energía química durante la operación de carga y la devuelven en forma de energía eléctrica para su aprovechamiento en distintas aplicaciones. Una batería está constituida por un recipiente que contiene un conjunto de elementos formados de placas positivas y negativas sumergidas en un electrolito que es una disolución de ácido sulfúrico en agua. Una batería se caracteriza por su capacidad de almacenamiento de energía eléctrica en amperios hora (A-h) y su voltaje en voltios (V). Las más usuales son de 12 V y con varias capacidades según el uso a que estén destinadas. Conectadas en serie se obtienen los voltajes requeridos. Se emplean como fuente de energía eléctrica en vehículos de transporte, maquinaria de obras públicas, carretillas elevadoras, grupos electrógenos, centrales eléctricas, etc. Después de un determinado tiempo de uso agotan su carga y requieren una recarga. Esta operación puede repetirse muchas veces y se debe realizar en condiciones de seguridad. Llegado un momento por mal uso o por que han llegado al final de su vida útil, pierden sus propiedades iniciales y entonces no sirven para las aplicaciones que en principio se diseñaron, por lo que son retiradas y sustituidas por otras, estás baterías son las que son recogidas para su almacenamiento temporal en estás instalaciones antes de ser enviadas al receptor final de residuos.

Riesgos en operaciones con baterías

Los potenciales riesgos derivados de las múltiples operaciones que se tienen que llevar a cabo son los siguientes:

  • Riesgo de contacto y proyección de ácido sulfúrico fuertemente corrosivo, siendo de mayor gravedad en el caso de explosión con rotura del recipiente de la batería.
  • Riesgo de contacto con la corriente eléctrica en la utilización de los equipos de carga.
  • Riesgo de explosión ocasionado por el desprendimiento de hidrógeno y oxígeno en presencia de un foco de ignición. Este desprendimiento es débil con la batería en reposo o en descarga pero alcanza su valor máximo al final de la carga y especialmente si se somete a una sobrecarga. La generación de esos gases continúa durante aproximadamente una hora después de desconectar la corriente de carga.
  • Riesgos mecánicos de caída de objetos pesados sobre los pies y sobreesfuerzos en operaciones de manipulación manual y mecánica. Riesgo de tropiezos con cables u objetos en lugares de paso.
  • Riesgos higiénicos por inhalación de aerosoles de ácido sulfúrico.

Desprendimiento de hidrógeno

El hidrógeno es un gas extremadamente inflamable y si se encuentra en las concentraciones del rango de inflamabilidad o explosividad en un recinto cerrado, existe el riesgo de explosión ante la presencia de cualquier foco de ignición. El desprendimiento de hidrógeno y oxígeno tiene lugar en la reacción de electrolisis del agua durante la fase final de carga y especialmente si ocurre sobrecarga. Se debe evitar una concentración que alcance el límite inferior de explosividad del hidrógeno, que es 4% en volumen en aire. Se debe verificar la carga y regular la intensidad que suministra el cargador.

Si alguna batería se encuentra con carga, es recomendable dejarla como mínimo una hora y con los tapones retirados, ventilar cada celda con una corriente suave de aire proporcionada con un cartón rígido a modo de abanico u otro material no conductor u otro procedimiento análogo para evitar el riesgo de contacto con los bornes y la consiguiente chispa tal como se comenta en el apartado siguiente.

La explosión puede ser externa a la batería si la acumulación de hidrógeno se da en el local de carga y también en el interior de la batería en donde la concentración fácilmente se encuentra en el rango de explosividad (4 a 79%). La rotura de la caja provocaría la proyección de ácido sobre el operario.

La zona de concentración peligrosa en las inmediaciones de la batería se define como un volumen finito por encima de los tapones, dentro de la cual es posible la ignición de la mezcla explosiva. La altura y anchura de esa zona peligrosa depende del caudal de gas desprendido. Esta definición parte del supuesto de la existencia de ventilación en el local, ya que en caso contrario la concentración de hidrógeno iría aumentando en todo su volumen con el consiguiente riesgo de explosión.

La inmensa mayoría de las baterías que se almacenan se encuentran descargadas, por tanto el riesgo se minimiza, además nuestra nave dispone de la suficiente ventilación natural, las ventanas deberán permanecer abiertas.

Control de los focos de ignición

Entre los focos o fuentes de ignición de posible presencia a evitar se citan:

  • Cerillas o encendedores utilizados para mirar el nivel de electrolito por los orificios de añadido de agua destilada.
  • Llamas de sopletes para soldadura o corte. Estas operaciones se deben realizar en lugares apartados y establecer permisos de trabajos especiales.
  • Chispas de equipos de soldadura al arco eléctrico. Igual que en el caso anterior.
  • Chispas por cortocircuitos con herramientas u objetos metálicos que entren en contacto con los bornes de la batería. Se pueden evitar cubriendo los bornes con capuchón aislante y utilizando herramientas aislantes.
  • Chispas originadas al instalar o desmontar una batería de un vehículo mientras la corriente circula por el circuito de la batería. Para evitarlo todos los aparatos del vehículo (radio, luces, ventiladores, etc.) deben estar desconectados. El más pequeño consumo como el de las luces interiores de un vehículo puede generar una pequeña chispa en el punto en que se interrumpe el circuito eléctrico.
  • Fumar cigarrillos. Debe estar totalmente prohibido.
  • Chispas al desmontar el cable del borne positivo de la batería de un vehículo si lleva el polo negativo a masa. La llave inglesa o fija utilizada en la operación puede hacer contacto con la carrocería o una masa metálica del vehículo. Esto se evita desmontando en primer lugar el cable negativo que está conectado a masa. El cable de puesta a masa debe estar conectado a la carrocería y al chasis del vehículo.

Precauciones con el electrolito (disolución de ácido sulfúrico)

Los tapones de respiración de la parte superior de la batería disponen de un pequeño orificio para ventilar y evitar un aumento de presión por los gases generados y están diseñados para mantener el electrolito en el interior de la batería y evitar la entrada de suciedad. Hay que revisar periódicamente que no estén obstruidos. Las pérdidas de ácido originan corrosión y deposición de sulfato de cobre en los bornes de la batería y los terminales de los cables, así como en los alrededores de su emplazamiento. La limpieza de esta zona se puede hacer con cepillo de alambre o púas finas y con una disolución de bicarbonato sódico en agua. Después de su limpieza y una correcta conexión se recomienda recubrirlos con una capa de vaselina filada o grasa para terminales de batería.

Medidas de seguridad en la manipulación de las baterías y equipamiento básico requerido

Las baterías de acumuladores eléctricos, tal como se ha dicho, además de utilizarse en los automóviles, proporcionan energía eléctrica a muchos otros equipos, por lo que varían en número de celdas, capacidad, tamaño y peso. Son objetos pesados y su manipulación manual es causa de lesiones musculares. A veces constituyen una unidad individual en una bandeja de acero que puede ir desde el tamaño de una maleta hasta alcanzar un gran tamaño y pesar más de 5000 Kg. Por ello se debe disponer del equipo de manutención adecuado para facilitar su manipulación y transporte. Se debe conocer el peso de la batería, que suele estar estampado en la bandeja de soporte.

La agrupación de varias baterías dispuestas en un receptáculo común debe tener respiraderos de ventilación en el mismo. Son independientes de los existentes en los tapones de las celdas.

Los vehículos o las carretillas elevadoras, para la manipulación del transporte de baterías se deben situar correctamente aparcados en un lugar señalizado y con el freno aplicado antes de efectuar la manipulación de las baterías.

Bastidores soporte a modo de bandejas para situar las baterías. Deben ser de materiales aislantes o con recubrimientos que eviten la generación de chispas y que sean resistentes a los ácidos.

Dentro de la nave disponemos de una zona de distribución de baterías y otra de almacenamiento temporal de las mismas, las baterías se depositarán en la zona de almacenamiento temporal y se situarán sobre soportes-bandejas de hormigón o de madera (según planos) revestidos de una capa resistente a los ácidos esta capa resistente al ácido también se dispondrá sobro la solera y en esta zona de almacenamiento temporal se elevará del suelo sobre las paredes 1,3m, la solera del resto de la nave también dispondrá de este tratamiento, pero la altura sobre las paredes será de 1m. Las esquinas de estas dos zonas deberán ser de cantos romos para facilitar su limpieza. En la parte que delimita las dos zonas se encuentra una rejilla longitudinal (ver planos) que comunica con un deposito ciego como ya hemos descrito, para dar salida al agua de limpieza y a los posibles derrames del electrolito utilizado en la manipulación de las baterías, previo a un registro o sumidero previsto para la operación de neutralización de la disolución ácida.

Las baterías se deben limpiar periódicamente y los intervalos de tiempo dependen de las condiciones ambientales.

Condiciones de seguridad e higiene en los locales de almacenamiento temporal.

Además de las medidas de seguridad para operaciones con las baterías indicadas en los apartados anteriores, los locales en donde se realiza el almacenamiento temporal deben reunir una serie de condiciones que se comentan por separado, y son las siguientes.

El local está construido de materiales incombustibles, cubierto con una techumbre ligera en previsión de explosiones y no dispone de dependencias en el piso superior. La puerta de acceso deberá abrir hacia fuera y estará normalmente cerrada.

El suelo será impermeable, resistente a los ácidos y tendrá una pendiente para la eliminación del agua de limpieza y de posibles derrames de ácido. Las paredes estarán recubiertas de un enlucido estanco hasta una altura mínima de un metro desde el suelo.

El local no debe dedicarse a otros objetivos que los previstos. No deben almacenarse productos combustibles. Se debe proceder a una limpieza frecuente del local y a una eliminación mediante aspiración del polvo de los vasos de la batería cuidando de no succionar electrolito.

Derrames de ácido

Nuestra instalación dispone de agua corriente para la limpieza de las baterías y de los posibles derrames de ácido en el suelo. Éste será de un material resistente a los ácidos. El suelo tiene una ligera pendiente para asegurar el desagüe de derrames y agua de limpieza a un sumidero, y este a su vez a un depósito en donde se neutralizará la disolución ácida. La neutralización de los derrames de ácido sulfúrico se puede hacer con bicarbonato sódico (NaHCO3), carbonato sódico (Na2CO3). No es recomendable emplear bases fuertes como el hidróxido sódico (NaOH).

El electrolito de la batería está compuesto de una disolución de ácido sulfúrico en agua con una concentración aproximada del 40% en peso de ácido. Es muy corrosivo y se debe almacenar en recipientes de plomo, vidrio o de plásticos resistentes. Se debe recordar que jamás se debe añadir agua al ácido concentrado por su violenta reacción con proyección peligrosa del líquido. La operación se debe hacer añadiendo lentamente el ácido sobre el agua, al tiempo que se remueve constantemente la mezcla para evitar que el ácido concentrado, más pesado, se deposite en el fondo y para que se disipe el calor generado en la reacción.

Equipos de protección colectiva e individual

El mayor riesgo con el ácido de la batería se da en caso de salpicadura a los ojos. Se debe actuar de inmediato, rociando agua corriente sobre la parte afectada al menos durante varios minutos y con examen médico lo antes posible. No se debe utilizar disolución neutralizadora. Debería procurarse atención médica inmediata. Si el contacto del ácido es con la piel también se debe lavar con abundante cantidad de agua. En caso de resultar con quemadura se debe seguir tratamiento médico. Como medida de protección en las situaciones de proyección de ácido, se requiere disponer de ducha y fuente lavaojos a una distancia máxima de 10 m de los puestos de trabajo, libres de obstáculos y debidamente señalizadas. Se deberán probar como mínimo una vez por semana y repararse de inmediato en caso de observarse alguna deficiencia.

En el local, el personal debe disponer para las operaciones con líquidos corrosivos de la ropa apropiada y de equipos de protección y primeros auxilios para ojos y cara, manos, pies y piernas, etc. Los equipos de protección individual se concretan en mandiles, guantes cubre brazos resistentes a los ácidos, pantallas faciales (o gafas de seguridad según la operación) y botas de seguridad.

Las salpicaduras menores de ácido sobre la ropa de trabajo se pueden neutralizar con una disolución débil de amoniaco (hidróxido amónico) o una disolución de bicarbonato sódico. El amoniaco no deja residuo al secar. Para salpicaduras de mayor extensión se requiere cambio de ropa y su lavado rápido para eliminar el ácido y evitar daños al tejido. Existen prendas y calzado resistentes a los ácidos.

Señalización

Se debe señalizar en el interior del local y en las puertas de entrada la prohibición de fumar e introducir útiles con llama. Para inspeccionar el nivel del electrolito utilizar linternas anti deflagrantes.

Señalizar también el riesgo de salpicaduras de líquido corrosivo y los riesgos mecánicos existentes en las operaciones con los equipos de elevación y transporte. La señalización deberá estar normalizada según establece el Real Decreto 485/1997 sobre disposiciones mínimas en materia de señalización de seguridad y salud en el trabajo.

Formación del personal

Se deberá asegurar que todo el personal afectado por estas operaciones y los consiguientes riesgos esté debidamente informado de los mismos, de las medidas preventivas y formado para realizar las diferentes intervenciones habituales, ocasionales o excepcionales ante situaciones de emergencia.

Recogida.

La recogida de los baterías o acumuladores se realizará con los medios mecánicos que se describirán en apartado siguiente, también se recogerán baterías fuera de uso que sean transportados por transporte debidamente autorizadas y que tenga conformidad con el propietario del vehículo en cuestión. Se tendrán en cuenta en la manipulación de estas baterías las medidas de seguridad descritas en el transcurso de esta memoria.

Transporte.

El transporte se ejecutará como ya hemos mencionado en el apartado anterior, por medio de los medios mecánicos propios pertenecientes al peticionario de este estudio, así como otros externos contratados para este fin, los vehículos deberán contar con todos los permisos y requerimientos que les hagan aptos para acometer con todas las garantías de seguridad este trabajo.

El transporte deberá hacerse de una forma ordenada y se tendrán en cuenta todas las medidas de seguridad.

Primeramente una vez recibido la batería se almacenará previamente en la zona de recepción donde se procederá a su identificación. Se tendrán en cuenta en la manipulación de estas baterías las medidas de seguridad descritas en el transcurso de esta memoria.

Los operarios, debidamente equipados, se dispondrán a realizar los trabajos propios para depositar estas baterías en las zonas habilitadas para este fin procediéndose con todas las medidas de seguridad descritas en este proyecto, sin menos cabo de poder en cada caso que así lo estime el coordinador de los trabajos, realizarlos estos con una alteración de su temporalidad.

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LEGISLACIÓN RELACIONADA CON EL PLOMO

El sector de la recuperación del plomo, así como las fundiciones primarias y todas aquellas industrias relacionadas con el metal, tienen como prioridad el cumplimiento estricto de la normativa vigente que le afecta, siendo lo más destacable de la misma, las siguientes leyes y directivas:

  • Ley Básica de Residuos 10/98.
  • Directiva relativa a la Prevención y Control Integrado de la Contaminación (IPPC) 96/61 CE.
  • Contaminación por SO2 y por partículas (entre las que pueden encontrarse plomo): Directiva 80/884 CEE y Decreto 1613/85
  • Plomo en la atmósfera: Directiva 82/884 CEE y Decreto 717/87, fijándose unos valores límite de 2 μg / m3 de media anual.
  • El plomo como aditivo antidetonante para gasolinas ha venido regulado por la Directiva 85/210 CEE y por el Decreto 2004/75, exigiendo la UE su desaparición total en el año 2002
  • Pilas y acumuladores: la directiva 91/157 CEE sobre pilas y acumuladores regula los materiales que entran en su fabricación, gestión de sus residuos… La 93/86 CEE se ocupa del etiquetado de las pilas y acumuladores. En España, el RD 45/86 viene a ser el reflejo de las directivas comunitarias reseñadas. Recientemente, la UE ha modificado la Directiva 91/157 estableciendo mayores limitaciones para los metales pesados Hg, Cd y Pb. Además, se fijan coeficientes para la recuperación y reciclado de la batería de plomo.
  • Vehículos fuera de uso: la directiva 2000/53/CE sobre vehículos fuera de uso establece algunas limitaciones al uso del plomo, que queda limitado a las baterías de plomo, algunas aleaciones y a recubrimientos.
  • Equipos eléctricos y electrónicos: está en estudio una directiva sobre gestión de los residuos de los equipos eléctricos y electrónicos que podría afectar a algunos metales pesados, entre ellos el plomo.

La eficacia demostrada a través de muchos años hace que la industria recuperadora y recicladora del plomo reivindique para el material que le sirve de base, los residuos plomíferos, el carácter de “materia prima secundaria” y no de residuo tal y como hace la legislación vigente.

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TOXICIDAD Y CLASIFICACIÓN LEGAL DE LA BATERÍA DE PLOMO FUERA DE USO COMO RESIDUO

Muchos de los materiales que se encuentran en las baterías de plomo fuera de uso son altamente tóxicos. En concreto, los residuos cuya composición los hace especialmente peligrosos para el medio ambiente son los compuestos con plomo, el ácido sulfúrico, la ebonita y el PVC:

Compuestos con plomo: suponen casi tres cuartas partes del peso total de una batería de plomo fuera de uso. El plomo, al ser un elemento, no puede ser destruido. Es un metal pesado considerado como el peor factor contaminante para el ser humano, después de la radiación. El arsénico y otros elementos son más tóxicos, pero el plomo resulta más peligroso debido a que está mucho más extendido en el medio ambiente. La contaminación por plomo en niveles bajos disminuye la inteligencia, reduce la capacidad para la concentración y afecta a la función del lenguaje y a la memoria. En concentraciones mayores, provoca lesiones crónicas graves en el sistema nervioso central y un deterioro general de la salud, ya que inhibe la generación de glóbulos rojos. Los niños y las mujeres embarazadas son especialmente susceptibles a la intoxicación por plomo. En los suelos, provoca la esterilidad de los campos de cultivo y en el agua, la desestabilización química (pH, composición…) y la alteración de los ecosistemas. En ningún caso los compuestos con plomo deben ser incinerados o depositados en suelos sin control, sino que su gestión debe estar acompañada por un riguroso control. Los residuos con plomo están contemplados por las normativas medioambientales locales y europeas como especiales, en la Lista de Residuos de la Comunidad Europea.

Ácido sulfúrico: es una especie altamente nociva para cualquier parte del cuerpo humano. En contacto con la piel causa quemaduras, su ingestión provoca daños severos en todo el tracto gastrointestinal y los vapores que desprende son severamente irritantes para las vías respiratorias pudiendo causar un edema pulmonar. En cuanto al medio ambiente, el ácido sulfúrico es altamente dañino para la vida acuática pues su acidez y su alto poder corrosivo alteran el pH de los acuíferos y perjudican a los ecosistemas. Por las mismas razones, también resulta fatal en los suelos. El ácido sulfúrico de las baterías de plomo fuera de uso en ningún caso debería acabar en los suelos, ni, como ocurre con frecuencia, ser vertido por las alcantarillas. Como residuo, está clasificado como especial, y su código es 06 06 01 tanto en Cataluña como en Europa.

Ebonita: está presente en la caja de la batería de plomo. Se trata de un caucho vulcanizado que añade resistencia química y mecánica a la caja y que también colabora en el aislamiento eléctrico. Casi un kilo de ebonita se encuentra en la mayoría de las baterías de plomo. Su contenido en azufre, cercano al 10%, convierte a este material en un residuo peligroso, pues si se incinera junto a otros residuos, se generan vapores de SO2, gas altamente tóxico para la atmósfera. Por tanto la ebonita debe no debe ser en ningún caso incinerada, si no que debe separarse del polipropileno de la caja de la batería de plomo fuera de uso, para su depósito o recuperación.

PVC (policloruro de vinilo): aunque su uso no es masivo en las baterías de plomo, forma parte en muchas ocasiones de la composición de los separadores de la batería. Se trata de un plástico al que se le atribuye un alto poder cancerígeno y cuya incineración conlleva la emisión de gases con un alto contenido en cloro, muy nocivos para el medio ambiente. Por tanto, debe ser separado de la batería para su reciclaje y no incinerado.

El resto de materiales, polipropileno (PP), polietileno (PE), acero y vidrio no poseen la toxicidad de los anteriores, pero también deben ser gestionados correctamente. En concreto, se separa el PP para ser reciclado, mientras que el resto de materiales, en cantidades muy pequeñas, se desechan en un vertedero.

Queda claro que la batería de plomo fuera de uso contiene una gran cantidad de residuos altamente peligrosos para el medio ambiente, lo que hace absolutamente imprescindible una gestión óptima tanto de las baterías de plomo fuera de uso como de sus constituyentes por separado. El carácter tóxico de la batería de plomo ha provocado que las autoridades medioambientales de todo el mundo la hayan catalogado en sí misma como un residuo. En concreto, la batería de plomo fuera de uso está clasificada como residuo especial en la Lista de Residuos de la Comunidad Europea (código 16 06 01) Además existe una directiva europea que trata de definir los procedimientos de gestión en concreto para las baterías de plomo (la directiva 91/157/EEC)

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RIESGO MEDIOAMBIENTAL EN EL CICLO DE VIDA DE LA BATERÍA DE PLOMO

El peligro medioambiental se encuentra en torno a las actividades desarrolladas en las fundiciones que obtienen el plomo refinado a partir de concentrados, chatarras y baterías de plomo fuera de uso. El peligro reside en las emisiones contaminantes, en la gestión de residuos sólidos y en el control de los efluentes líquidos producidos, así como en la exposición de los trabajadores a la contaminación por plomo:

Exposición humana al plomo: la directiva europea 98/24/CE, ofrece unos valores límite de plomo en la sangre que no deben rebasarse en las industrias que trabajan con plomo: 70 μg Pb /dl de sangre. Según la directiva, si se alcanza dicho valor se considera una situación de emergencia, que puede paralizar la actividad de la empresa, pero con la mitad de estas cifras ya se considera necesaria la vigilancia médica y la corrección de los índices. De hecho, la Organización Mundial de la Salud sugiere que en ningún caso se superen los 10 μg Pb /dl en la sangre.

Plomo en el aire: la misma directiva europea 98/24/CE indica que las muestras de aire tomadas en la zona de las industrias que trabajan con plomo en ningún caso deben superar la concentración de 150 μg / m3. Mientras, en la directiva 82/884/CE se establece como límite general del contenido de plomo en la atmósfera el valor de 2 μg / m3 de aire. Este es un valor medio anual aplicable en cualquier punto de la geografía europea. Debido a que el uso del plomo en combustibles es casi inexistente en la actualidad, las industrias que trabajan con plomo, en especial las fundiciones, son las principales responsables de este valor medio en la atmósfera, por lo que deben llevar a cabo un riguroso control de sus emisiones gaseosas.

Emisiones de SO2: el uso en los hornos de las fundiciones de aditivos con contenido en azufre, así como el mal hábito de algunas plantas recuperadoras de no proceder a la separación completa de los todos los componentes de las baterías de plomo fuera de uso, provoca que entre los gases emitidos figure el contaminante SO2. La directiva europea 80/884 señala los límites para estas emisiones, cifrados en 125 μg / m3.

Plomo en suelos: la presencia de plomo en suelos también está controlada por las leyes. En concreto, el Real Decreto 1310/1990, limita a 50 mg de plomo por Kg. de materia seca en suelos ácidos y a 300 mg / Kg. en suelos con pH mayor que 7.

Plomo en efluentes líquidos: la ley 10/1993 señala con precisión los límites que no deben ser superados en los vertidos originados en las actividades industriales. Para el Pb, el límite es de 1 mg /l.

La obtención de materias primas, en especial del plomo, sea mediante la explotación minera, sea a través de los procesos de recuperación que lleva a cabo la industria secundaria, debe realizarse de manera respetuosa con el medio ambiente. A juzgar por el historial de las plantas de reciclaje de baterías de plomo fuera de uso en España, esto no está siendo así. Recientemente se han dado dos casos de graves conflictos ecológicos en plantas que se dedican al reciclaje de baterías. La actividad de la planta que posee en Cubas de la Sagra (Madrid) el Grupo Tudor S A., fue suspendida temporalmente por las autoridades medioambientales de la Comunidad de Madrid, tras insistentes quejas de los vecinos. Resultó que, entre otras actividades ilegales, en dicha empresa se procedía a la trituración del plomo a cielo descubierto, lo que provocaba que el contenido de plomo en el aire de la zona cercana a la industria fuera superior al permitido. Los responsables de la planta se encargaron de corregir dichas infracciones y en pocas semanas se reanudó la actividad de reciclaje.

Por otra parte, Agustín Prieto, gerente de la planta recuperadora de plomo DEMIMESA, S.A. situada en Capellades (Barcelona), fue juzgado por delito ecológico y condenado a 3 años de prisión. Posteriormente, la pena fue derogada. En este caso la actividad infractora había sido el depósito de los residuos del proceso de recuperación al aire libre, que propiciaba que la lluvia los arrastrara contaminando los suelos y los caudales de agua de la zona.

La siguiente etapa en el ciclo de vida de la batería de plomo consiste en su fabricación. Las fábricas de baterías, al ser también industrias que trabajan con el plomo, deben acogerse a las restricciones medioambientales señaladas con anterioridad. En general, las fábricas suelen ser más ecológicas que las fundiciones secundarias, pues trabajan directamente con las materias primas transformadas.

Una vez fabricadas, las baterías de plomo se transportan a las fábricas de automóviles, donde serán instaladas en nuevos vehículos, y a talleres y puntos de venta de accesorios para automóviles, donde serán vendidas para recambio. Las propias empresas fabricantes se encargan de que el transporte de las baterías se lleve a cabo de modo respetuoso con el medio ambiente.

Tras el uso, comienza la fase realmente problemática: la gestión de las baterías de plomo fuera de uso. En esta fase del ciclo de vida, los hábitos son diferentes en cada región geográfica, pero existe un conflicto generalizado en cuanto a la recogida y el transporte del residuo en cuestión. Existen varios caminos que la batería de plomo puede recorrer una vez resulta inservible:

Recambio en el taller: en la mayoría de casos en los que un usuario desea un recambio para la batería de su automóvil, recurre a un taller mecánico especializado. Debido a las características contaminantes del residuo, en los talleres se debería poseer un sistema de almacenaje específico y eficaz para las baterías de plomo fuera de uso. Las baterías agotadas deberían almacenarse sobre paletas de madera para que estuvieran separadas del suelo y fuera fácil detectar cualquier escape de ácido. La zona de almacenamiento debería estar techada, protegida de la lluvia, sobre una solera impermeable y con un sistema de drenaje independiente al de aguas de lluvia. Desgraciadamente, la falta de espacio y la carencia de legislación para este caso, provocan que las baterías se amontonen en los talleres sin control alguno. En casi todos los talleres de Barcelona es habitual que las baterías fuera de uso estén por el suelo incluso a la vista de los peatones que pasean por la calle.

Recambio doméstico: algunas veces, los propios usuarios proceden al recambio de la batería de sus automóviles. De este modo, no existe ningún control legal efectivo sobre el residuo. Esto motiva que aparezcan baterías de plomo fuera de uso en contenedores urbanos, descampados…

Vehículos fuera de uso: cuando un automóvil llega al final de su vida útil como vehículo, suele terminar, en el mejor de los casos, en un desguace. Hasta hace poco tiempo, los desguaces en Europa no gozaban de las condiciones necesarias para que su actividad se desarrollara de una manera ecológicamente aceptable. Sin embargo, la aparición de la directiva 2000/53/CE exige que los desguaces y centros de recuperación y reciclado de vehículos fuera de uso se adapten a requisitos medioambientales más estrictos. La directiva debe repercutir sobre la gestión de baterías fuera de uso en estos centros y, de hecho, ya lo está haciendo, pues los desguaces y puntos de recogida que admitan baterías de plomo fuera de uso, deben estar reconocidos oficialmente como gestores de residuos y acogerse pues, a las exigencias de la legislación. A diferencia de los talleres mecánicos, en los desguaces ya se exige una zona adecuada para el almacenaje de baterías de plomo fuera de uso, para prevenir los escapes de ácido.

Además de las problemáticas condiciones de almacenaje, especialmente en los talleres mecánicos, existe un serio problema con el transporte de baterías de plomo fuera de uso. Entre los centros homologados para el almacenaje de baterías y las plantas de reciclaje, el transporte está controlado y se lleva a cabo mediante camiones que poseen remolques adaptados para este residuo, y, por tanto, la documentación que les acredita como gestores de residuos reconocidos por la ley. En cambio, el transporte de las baterías fuera de uso de los talleres o de donde quiera que se encuentren, hasta desguaces, centros homologados de recogida de chatarra o incluso directamente a las fundiciones, se lleva a cabo, en muchos casos, de un modo incontrolado. Es el denominado sector informal, compuesto por chatarreros y otras personas que obtienen pequeños beneficios económicos a cambio de grandes cantidades de chatarras y residuos con algún valor, como es el caso de las baterías de plomo fuera de uso. En muchos talleres de Barcelona, son estos chatarreros no homologados quienes se encargan de llevarse las baterías. Lógicamente, por este camino, ni el transporte se lleva a cabo bajo las condiciones de almacenaje necesarias, ni está garantizado que el ácido sulfúrico y los residuos de plomo no acaben, por ejemplo, en el alcantarillado y, de hecho, tampoco existe ninguna prueba documental de que las baterías de plomo lleguen a buen puerto. El sector informal es muy importante en la gestión de baterías de plomo fuera de uso, pues resulta beneficioso para ambas partes: los chatarreros no homologados obtienen una generosa cantidad de dinero por cada batería, mientras que los centros homologados o las propias fundiciones se ahorran así los trámites legales y el gasto de tiempo y dinero que supone encargarse personalmente de la recogida desde los talleres. Con el fin de corregir todas estas conductas y aminorar el peligro para el medio ambiente que conlleva en la actualidad la gestión de baterías de plomo fuera de uso, las autoridades deben fomentar la buena gestión, adaptando las normativas y llevando a cabo un mayor control. De manera general, pueden sugerirse las siguientes medidas:

Ayudas económicas y corporativas por parte de las autoridades a las fundiciones de plomo secundario, que presionadas por la competencia y por la baja rentabilidad de sus actividades, en muchos casos recortan gastos reduciendo el control medioambiental de sus operaciones.

Creación de una categoría legal que distinga a aquellos talleres y centros de recogida que disponen del material necesario para el almacenaje de baterías de plomo fuera de uso, con la finalidad de que únicamente en estos locales se almacenen las baterías de plomo fuera de uso (categoría existente en otros países)

Promoción social del reciclaje de baterías de plomo fuera de uso, al estilo de las pilas comunes, en la que se informe a los usuarios de cuáles son las vías adecuadas para su gestión

Investigación sobre la acción del sector informal –chatarreros no homologados- para su adaptación a las necesidades medioambientales

Estimular mediante fianzas y primas a los usuarios que realizan el recambio doméstico a que lleven la batería vieja y usada a centros adaptados para su almacenaje, tal como ya se hace en algunos países, por ejemplo, Alemania.

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LEGISLACIÓN SOBRE GESTIÓN DE BATERÍAS DE PLOMO FUERA DE USO

DIRECTIVA EUROPEA ACERCA DE BATERÍAS Y ACUMULADORES

El 18 de marzo de 1991 se redactó la directiva europea 91/157/CEE relativa a todo tipo de baterías y acumuladores que contienen sustancias peligrosas, en especial metales pesados, entre los cuales se halla la batería de plomo. Dicha directiva se realizó con la finalidad de unificar los criterios legales con que los estados miembros regulaban la fabricación, comercialización y especialmente la gestión de las baterías y acumuladores una vez se convertían residuos tras su uso. Los puntos más interesantes de la directiva son:

  • Garantía de que se realiza una recogida selectiva y eficaz de cada tipo de batería y acumulador
  • Información en las propias baterías y acumuladores mediante adhesivos u otros de la manera de realizar la gestión una vez finalizado el uso, así como del contenido en metales pesados
  • Garantía de que las baterías y acumuladores pueden ser extraídas por el propio usuario una vez finalizado el uso
  • Reducción de los materiales contaminantes o sustitución en caso de ser posible por otros materiales más ecológicos

De estos cuatro puntos que resumen la directiva, el primero es el que afecta más directamente a la gestión de las baterías de plomo fuera de uso. Aunque ya se dio un paso al otorgar una clasificación individual como residuo especial a la batería de plomo fuera de uso (código 16 06 01 de la lista europea de residuos), queda todavía bastante trabajo legal y de investigación para que pueda considerarse que se realiza una gestión eficiente del residuo.

LEGISLACIÓN ESTADOUNIDENSE

En algunos estados norteamericanos ya están en vigor normativas y leyes que regulan de manera individual la gestión de baterías de plomo fuera de uso. A modo de ejemplo, los puntos básicos de la mencionada normativa americana son los siguientes:

Evacuación terrestre prohibida. La legislación prohíbe a los individuos evacuar las baterías de plomo fuera de uso excepto mediante su entrega a los siguientes lugares:

  • Minoristas o mayoristas de baterías
  • Instalaciones de recolección autorizadas por el estado
  • Una fundición de plomo secundario aprobada por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA)

Los minoristas de baterías deben entregar las baterías usadas a:

  • El representante de un mayorista de baterías
  • Un fabricante de baterías para su entrega a una fundición de plomo aprobada por la EPA
  • Una instalación de recolección o reciclaje autorizada por el estado
  • Una fundición de plomo secundario aprobada por la EPA

Cada batería incorrectamente evacuada constituye un delito, y tal delito queda sujeto a las penas dictadas por el estado

Los minoristas de baterías tienen que Aceptar al menos igual número de baterías usadas (si el cliente las ofrece) que baterías nuevas vendidas Y colocar una hoja informativa con el tamaño y el contenido estipulado por el estatuto

La legislación exige a la agencia estatal competente la distribución de las hojas informativas a todos los minoristas de baterías y otorga a la agencia la autoridad suficiente como para entrar e inspeccionar cualquier lugar, edificio o local pertinente

Los mayoristas de baterías de plomo deben aceptar las baterías usadas (si el cliente las ofrece) al menos en igual número que las nuevas baterías vendidas. Los mayoristas que aceptan las baterías usadas procedentes de los minoristas deben llevarse las baterías del punto de recolección minorista en un plazo de noventa días Como puede observarse, esta legislación norteamericana, que ya se aplica en algunos estados como es el caso de Michigan, involucra en la gestión a todos los implicados en el ciclo de vida de la batería de plomo: usuarios, mayoristas y minoristas de baterías y fundiciones de plomo secundario. Para que exista la coordinación necesaria en todo este entramado, se hacen indispensables los aspectos comentados anteriormente: creación de una categoría legal que distinga a los espacios adecuados para la recogida de baterías de plomo fuera de uso, existencia de esos espacios al alcance de los usuarios, información a los usuarios de los procedimientos adecuados de gestión… Muchos países podrían seguir el ejemplo expuesto, pues el nivel de reciclaje de baterías de plomo fuera de uso en los Estados Unidos, superior al 95 %, es de los más altos del mundo.

Al igual que sucede, como se ha expuesto, en algunas zonas de los Estados Unidos, existen países europeos donde ya se aplican estrategias específicas para la gestión de baterías de plomo fuera de uso, mediante organismos, normativas y vías legales. El objetivo es siempre el de perfeccionar los sistemas de recogida e implicar a todas aquellas personas y entidades necesarias para ello.

NORUEGA

La geografía noruega es muy particular y hace especialmente complicada la gestión de residuos. Mientras su población es relativamente escasa, con cerca de cinco millones de habitantes, las montañas y fiordos que cubren el país, así como su forma estrecha y alargada dificultan sobremanera las operaciones logísticas que acompañan necesariamente a la gestión de baterías de plomo fuera de uso. Con la finalidad de configurar un sistema que garantizase el buen funcionamiento de la red nacional de recogida de baterías usadas, la totalidad de importadores y fabricantes de baterías de plomo que actúan en Noruega creó en 1993 un consorcio sin ánimo de lucro denominado AS Batteriretur, asociado al mismo tiempo a las autoridades medioambientales noruegas.

El primer logro de este organismo fue facilitar a los usuarios la entrega de sus baterías usadas sin la necesidad de pagar ningún impuesto. Para ello se realizó una inspección nacional a talleres, desguaces, mayoristas y minoristas de baterías, cuyo resultado fue la creación de una categoría legal que distinguía oficialmente a los centros adecuados para funcionar como puntos de recogida de baterías usadas. En total, más de 10.000 locales repartidos por todo el país adquirieron la mencionada categoría. De esta manera, los usuarios noruegos poseían un punto de recogida a su alcance, allá donde se encontraran del país. Además, se obligó por ley a dichos centros a aceptar todas las baterías usadas que se les entregaran.

Las novedosas estrategias de financiación ideadas para catalizar los aspectos económicos del sector relacionado con la recogida de baterías usadas supusieron otra gran victoria de AS Batteriretur. La industria secundaria, responsable del reciclaje de baterías de plomo fuera de uso, no pertenecía al consorcio. Sin embargo, jugaba un papel fundamental, puesto que era quien compraba las baterías usadas. De este modo, las empresas asociadas mediante AS Batteriretur se encargaban de la recogida, el almacenaje y el transporte a las fundiciones de plomo secundario, mientras que éstas pagaban por las baterías usadas un precio dependiente de la cotización del plomo del London Metal Exchange. Con los fondos recaudados, AS Batteriretur compensaba las fluctuaciones del precio del plomo y subvencionaba la actividad de sus empresas asociadas. El resultado fue que el sector de la gestión de baterías de plomo fuera de uso adquirió una estructura clara, firme y económicamente viable. Además, se incorporó una nueva tasa relacionada con la producción e importación de baterías de plomo, que los usuarios debían pagar por cada batería nueva comprada. Dicho impuesto, que también servía para financiar los gastos de las empresas asociadas a AS Batteriretur, comenzó siendo de 10 coronas, unos 1.50€.

Por último, cabe destacar que las empresas relacionadas con el transporte de baterías de plomo colaboraron al buen funcionamiento del sistema ideado a través de AS Batteriretur, haciendo posible que la misma red logística que se encargaba de la distribución de nuevas baterías pudiera al mismo tiempo recoger las usadas, aportando así una gran dosis de dinamismo al sistema de recogida.

El moderno sistema noruego es seguramente el más efectivo del mundo y está fundamentado en la buena colaboración entre gobierno e industria. Los altos niveles de recogida, cercanos al 100 % en la actualidad, demuestran que para el caso de la gestión de baterías de plomo fuera de uso, vale la pena adaptar las normativas medioambientales, crear organismos específicos e investigar a fondo en el sector para encontrar solución

ALEMANIA

En el país germano se creó en abril de 1998 un mecanismo de gestión denominado Batterieverordnung. Según este sistema, similar al noruego, todo usuario que adquiera una nueva batería de plomo y que no retorne una batería usada, está obligado a pagar 7.50€. Este impuesto fomenta la devolución de las baterías usadas y combate con efectividad los problemas que supone la falta de control sobre el recambio doméstico. Además sirve para subvencionar las actividades de recogida, almacenaje y transporte, responsabilidad de fabricantes e importadores de baterías según la legislación medioambiental alemana.

El sistema depósito – reembolso (SDR) es una estrategia aplicada en muchos países para evitar una gestión de residuos inadecuada por parte de los usuarios. Consiste en la realización de un pago (depósito) en el momento de la adquisición de un producto que contenga o que suponga la generación de residuos. Posteriormente, al devolver el residuo en un centro homologado, el usuario recupera toda o parte de la cantidad depositada (reembolso). El SDR es una combinación de un impuesto sobre el producto (la tasa de depósito) y un subsidio por reciclaje y disposición adecuada (la tasa de reembolso). En términos estrictos, la tasa de depósito debe igualar el costo marginal para la sociedad del manejo adecuado del residuo y la tasa de reembolso debe equivaler a la diferencia entre el costo marginal privado que implicaría una mala gestión y el manejo adecuado del residuo. El SDR se aplica a gran cantidad de residuos: refrigeradores, llantas de vehículos, envases de bebidas… y su eficacia está ampliamente demostrada, pues en los residuos a los que se aplica, los porcentajes de retorno son siempre superiores al 90 %. Evidentemente, cuando se introduce el factor económico, la conducta de los usuarios deviene más ecológica. En el caso de las baterías de plomo fuera de uso, el SDR se aplica en Dinamarca, México, Corea de Norte y en algunas zonas de los Estados Unidos. El depósito suele rondar los 10€.

GESTIÓN DE VEHÍCULOS FUERA DE USO EN EUROPA

Debido a que buena parte de las baterías de plomo fuera de uso que se generan provienen de vehículos dados de baja, la gestión de estos últimos incide directamente en la gestión de baterías usadas. Hasta fechas bien recientes el agotamiento de la vida útil de un automóvil daba con su chatarra en un cementerio de coches. También podía ocurrir que propietarios carentes de toda sensibilidad medioambiental abandonaran sus vehículos en cualquier sitio, sin las placas de matriculación y con las señas de identificación borradas. Conscientes de la aberración económica y medioambiental que esta situación suponía, fabricantes de vehículos y administraciones públicas han tomado medidas. Unos implantando programas propios de reciclaje, otros legislando en materia de medio ambiente y vehículos fuera de uso. Cada año se dan de baja en España medio millón de vehículos. Su retirada de la circulación los convierte en uno de los productos industriales que genera mayor cantidad de residuos, algunos de ellos, por ejemplo las baterías usadas, peligrosos. Las previsiones señalan un notable incremento del número de vehículos que llegarán al final de su vida útil en el país, hasta alcanzar la cifra de 750.000 en el año 2005. Todavía hoy muchos de ellos son apilados de cualquier manera en desguaces tradicionales, carentes de la infraestructura adecuada para llevar a cabo un tratamiento suficientemente ecológico de los residuos generados.

El 20 de diciembre de 2002 el Gobierno aprobó la transposición a la normativa española de la directiva comunitaria 2000/53/CE sobre la gestión de vehículos al final de su vida útil. Las nuevas exigencias de esta legislación, que busca acabar con el abandono irresponsable de automóviles y la gestión incontrolada de sus residuos, son:

– Niveles de reciclaje deseados para el futuro: la directiva contempla la reutilización del 85 % del peso medio de un vehículo antes del 1 de enero de 2006.

Este porcentaje se irá incrementando progresivamente hasta alcanzar una tasa de reutilización y valorización del 95 % antes del 2015. La Comisión Europea prevé, no obstante, realizar una revisión de estos objetivos el año 2005 por si fuera necesario adaptarlos a la evolución que pueda experimentar la composición de los vehículos o al surgimiento de nuevas exigencias medioambientales.

– Participación de los fabricantes de vehículos: la nueva ley exige que, a partir de 2007, sean los fabricantes los que asuman el coste del reciclado de todos sus vehículos. En materia de prevención de residuos, la directiva exige a los fabricantes que limiten la utilización de sustancias peligrosas y las reduzcan en la medida de lo posible desde la fase de concepción del vehículo en adelante, especialmente para prevenir su emisión al medio ambiente, facilitar su reciclado y evitar la necesidad de eliminar residuos peligrosos.

– Transformación de los desguaces: para cumplir con los requisitos de la nueva normativa, los desguaces europeos se verán obligados a sufrir una gran reconversión. Para empezar, los tradicionales desguaces que consigan adaptarse a las exigencias pasarán a denominarse oficialmente Centros Autorizados de Recogida y Descontaminación (CARD). Para alcanzar esta denominación, los desguaces tendrán que realizar las transformaciones necesarias, que supondrán inversiones de entre 36.000€ y 300.000€. Se calcula que el coste total para la instalación de un nuevo CARD es de unos 3.000.000€. El encarecimiento general para reconvertir los antiguos desguaces en CARD, se debe a la obligatoriedad de crear tres zonas claramente separadas: recepción, descontaminación y desmontaje y, por último, almacenamiento de los vehículos fuera de uso descontaminados. Cada una de estas zonas contará con más y mejores mecanismos de control medioambiental y prevención de la contaminación.

Con el fin de diseñar un sistema que facilitase a todos los sectores implicados el cumplimiento de la nueva legislación, se constituyó a finales de 2002 en España la Asociación Española para el Tratamiento Medioambiental de los Vehículos Fuera de Uso (SIGRAUTO), que agrupó a fabricantes, importadores, desguaces y recicladores.

SIGRAUTO es por tanto el organismo español encargado de coordinar y gestionar las actividades derivadas de la nueva normativa, como por ejemplo, la reconversión de los desguaces. Según SIGRAUTO, de las alrededor de 4.000 industrias tradicionales del desguace repartidas por el territorio español, unas 1.080 están censadas oficialmente y se prevé, que tan solo unas 500 podrán afrontar las nuevas exigencias. El resto, según la ley, deberá cesar su actividad [SIGRAUTO, 2002].

La directiva 2000/53/CE supondrá una revolución en el sector de la recuperación y reciclado de vehículos fuera de uso. La gran inversión económica que implica la adaptación a las nuevas exigencias para los desguaces, provocará la desaparición de muchos de ellos, que actualmente trabajan sin el necesario control oficial de los aspectos medioambientales y que no podrán hacer frente al gasto. Por otro lado, el trabajo conjunto de SIGRAUTO y los desguaces que consigan cumplir los requisitos, conllevará que estas industrias mejorarán enormemente sus cuestiones medioambientales, alcanzando altísimos niveles de recuperación y trabajando de un modo más ecológico.

Esto afectará en el ámbito comunitario a la gestión de baterías usadas. Según la directiva, todas ellas deberán ser extraídas en los CARD, mientras que el ácido también debe ser separado y tratado en estos centros. En definitiva, dentro de unos años, se reducirá considerablemente en España y en Europa el número de industrias del desguace, pero las que sobrevivan, reconvertidas en CARD, garantizarán el tratamiento ecológico de los vehículos fuera de uso y sus residuos, entre los que están las baterías usadas, cuya buena gestión estará asegurada.

CONVENCIÓN DE BASILEA

Desde el punto de vista ecológico, la historia de la gestión internacional de baterías fuera de uso cuenta con un capítulo oscuro que debe ser analizado, con el objetivo de que no vuelva a repetirse en el futuro. Se trata de la exportación descontrolada de miles de toneladas de baterías usadas por parte de países desarrollados a economías en desarrollo como Brasil, Indonesia o Filipinas. Este fenómeno se produjo especialmente en los años 80 y ha ido desapareciendo a finales de los 90, gracias a las nuevas restricciones al respecto aplicadas por la Convención de Basilea, propiciadas por las denuncias del grupo ecologista Greenpeace.

A mediados de los años 80, Greenpeace realizó una serie de estudios sobre la exportación de residuos peligrosos a países en vías de desarrollo y sus graves consecuencias medioambientales. Tras esta investigación, el grupo ecologista detectó que, especialmente la exportación de baterías usadas, tenía repercusiones muy negativas sobre el medio ambiente de estos países. Dichos estudios se materializaron en un artículo de gran importancia histórica, escrito por Madeleine Cobbing y titulado “El mito del reciclaje de baterías de automóvil”. En este documento, publicado en 1993, Greenpeace informaba sobre el hábito de algunos países desarrollados, en especial, Estados Unidos, el Reino Unido y Australia de enviar buena parte de las baterías usadas que generaban a naciones en vías de desarrollo. Al mismo tiempo que los países exportadores presumían de la buena salud del sector del reciclaje de baterías de plomo fuera de uso, en las zonas cercanas a las fundiciones a donde iban a parar sus baterías en el sudeste asiático, Brasil o México, los campos de cultivo devenían estériles y las gentes que habitaban cerca sufrían preocupantes niveles de contaminación por plomo. La exportación estaba motivada por la falta de rentabilidad de las fundiciones de plomo secundario en los países desarrollados. La espectacular caída de la cotización del plomo en los años 80], así como las crecientes restricciones medioambientales, que acrecentaban los costos en las fundiciones, propiciaron que los empresarios del sector del reciclaje de baterías decidieran apostar por llevar a cabo sus procesos en fundiciones construidas en países en vías de desarrollo. En estos países, la baratísima mano de obra y el escaso control de las autoridades sobre los aspectos medioambientales, suponían costos mucho más bajos que en Occidente y hacían rentable la exportación.

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